Sobre el Duero
El río que baja por el valle del Duero es la sangre que mantiene viva la ciudad de Oporto, y así ha sido desde que el Hombre se estableció por primera vez en estas tierras. Pero antes de culminar en Oporto y en el Océano Atlántico, el río baña cientos de kilómetros de bellas tierras verdes y amarillas, la mayoría de ellas con viñas y plantaciones de olivos.
Clasificado como Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2001, el Valle del Duero tiene una belleza sorprendente y única. Principalmente debido a la historia de las personas que deambularon por estas tierras durante miles de años, este río tiene una historia de enorme perseverancia, alimentada por sueños de felicidad de obtención de mucha riqueza, pero también alimentada por un néctar único: el magnífico vino de Oporto.
El vino ha sido producido en estas tierras durante los últimos 2000 años por lo menos, pero fue el vino de Oporto que lentamente talló estas tierras y convirtió su aspecto. Del siglo XIX hasta nuestros días, esta región demarcada de vino (la más antigua del mundo) se desarrolló, al punto de que algunas de sus quintas (fincas) agrícolas se volvieran de las más valiosas del mundo, todas construidas en pequeñas terrazas especialmente construidas al lado de las colinas, llamados “socalcos” (bancales).
Como usted puede imaginarse, estas tierras son todo menos sencillas y fáciles de trabajar. El terreno es duro y riguroso: los inviernos son extremadamente fríos y húmedos, y en verano los termómetros suben hasta temperaturas desagradables. Pero es exactamente esto que hace esta región tan singular: su belleza extrema y algo violenta.
Humildes, trabajadoras y religiosas, las personas del Duero son la prueba viva de las condiciones exigentes de esta tierra. Esta fe está pulverizada por toda la región, en pequeñas capillas junto a la carretera, pero también por algunas obras de arquitectura romana, desde pequeñas iglesias a grandes monasterios que el tiempo casi olvidó. Un verdadero ejemplo de equilibrio perfecto entre la belleza natural y la belleza construida por el hombre.
Es por eso, entre otras razones, que tantos grandes escritores y artistas portugueses intentaron captar el espíritu de esta bella tierra en sus escritos y trabajos.